viernes, 22 de mayo de 2009

Análisis de la Piedad Popular

ORIGEN DE LA DEVOCIÓN DE LAS ROSAS DE SANTA RITA

ORIGEN DE LA DEVOCIÓN DE LAS ROSAS DE SANTA RITA
Las Rosas de Santa Rita de Casia deben su origen al hecho de que Santa Rita, estando ya gravemente enferma en su convento de Casia y próxima a la muerte fue visitada por una pariente suya quien, al despedirse. juzgando que seria ya la última vez que habría de verla le preguntó si podía servirle en algo, a lo que Rita contestó: quiero que cuando llegues a Roca Porrena vayas al huerto de mi casa, cortes una rosa y me la traigas tan luego la obtengas.

Como era el tiempo de invierno y en aquel año de 1457 se estaba distinguiendo por la intensidad de su crudeza, la mujer creyó que Rita deliraba ya por su enfermedad y juzgando un desatino el encargo de la enferma, regresó a la villa sin acordarse para nada de la rosa; pero pasando junto al huerto de la casa de Rita, bien haya sido por curiosidad o por impulso sobrenatural, entró en él y vio con asombro que de la rama de un rosal medio cubierto por la nieve, pendía una rosa fresca y lozana; loca de alegría, la corta retorna a Casia y entrega a Rita la rosa deseada, que se conservó largo tiempo fresca despidiendo un intenso perfume.

Este hecho originó el que las Religiosas Agustinas de Casia acostumbrasen cubrir con rosas la urna en que yace el cuerpo incorrupto de Santa Rita, especialmente el 22 de mayo, aniversario de su piadosa muerte. Estas rosas eran distribuidas todos los años entre los bienhechores y amigos de Convento, los cuales las conservaban como preciosas reliquias. El Señor, que se complace en honrar a sus santos y en glorificar a sus siervos, quiso que, mediante las rosas que habían adornado el sepulcro de Santa Rita se verificaran curaciones milagrosas. Con este motivo se extendió muy pronto por todas partes la noticia de las rosas de la Santa, como también los muchos y extraordinarios favores, alcanzados por el contacto de estas rosas.

BENDICIÓN DE LAS ROSAS
En la actualidad y desde hace mucho tiempo, se bendicen las rosas solemnemente el 22 de mayo, distribuyéndolas entre los fieles devotos. Son innumerables las gracias y favores obtenidos por intercesión de Santa Rita mediante el uso o contacto de estas rosas benditas. Consta que en el proceso de canonización de la Santa se presentaron muchos enfermos curados, quienes declararon haber recobrado la salud con las rosas de Santa Rita.

FINALIDAD DE ESTA DEVOCIÓN
El Ritual Agustiniano dice que estas rosas se usan para recobrar la salud de las enfermedades y para recibir la ayuda de Dios en cualquier necesidad. Como todos los Sacramentales, tiene la eficacia de la oración de la Iglesia y la de la fe de los fieles que las emplean.

jueves, 7 de mayo de 2009

Reflexiones en torno a la piedad popular

La piedad popular

Aunque la liturgia es la cumbre a la que tiende toda la actividad de la Iglesia y la fuente de donde mana toda su fuerza, no agota toda su actividad ni la vida espiritual de los fieles.

Liturgia es celebración donde damos culto a Dios como hijos agradecidos, y donde celebramos los ritos conmemorativos de la historia de la salvación, historia de nuestros padres, y nuestra propia salvación. El rito actualiza aquellos momentos importantes, que aun perteneciendo al pasado se hacen presentes en nuestra vida. Pero nuestra vida sigue, nuestra época es distinta, tenemos otros gustos y otras formas, y por eso, la Iglesia, además de la participación en la liturgia, fomenta y recomienda celebraciones y otros ejercicios de piedad popular.

La Iglesia, unas veces, asume sin más ciertas manifestaciones que brotan de la genuina experiencia de la fe y religiosidad del pueblo cristiano; otras debe purificarlas de omisiones, acentuaciones excesivas o incluso de manifestaciones supersticiosas.

He aquí la pregunta catequética: ¿Por qué tiene importancia la piedad popular en la vida cristiana? ¿No es algo de poco valor?

La experiencia secular de la Iglesia atestigua que este tipo de piedad ha producido abundantes frutos de vida cristiana en las familias y en los pueblos. Apoyada por esta experiencia y la luz del Espíritu Santo, la Iglesia cree que esta piedad puede seguir prestando grandes servicios a una fe verdaderamente inculturada, según la diversidad de los pueblos y continentes.

Cada uno podría recordar aquí cuáles son las manifestaciones de la piedad popular que más le ayudan, incluso aquellas que menos le ayudan y que habría que corregir o cambiar, y después comentarlo con el sacerdote y con otros amigos.

La piedad popular tiene múltiples manifestaciones a lo largo del curso del Año Litúrgico, especialmente durante la Cuaresma, Semana Santa y el Triduo Pascual. Durante el Tiempo Ordinario son múltiples las manifestaciones en torno a la Virgen María, los fieles difuntos y los Santos. Forman parte inseparable de esta piedad las peregrinaciones, las romerías a los santuarios, la visita a los cementerios, las procesiones, etcétera.

La familia cristiana ha estado muy vinculada con estas manifestaciones de piedad, especialmente con las peregrinaciones y romerías a los santuarios marianos, algunos de los cuales son mundialmente famosos; y ha trasmitido estas costumbres de padres a hijos.

Todavía hoy no son pocas las familias cristianas que acuden con sus hijos a los santuarios de la Virgen y allí, además de realizar sus devociones, reciben los sacramentos de la Penitencia y Eucaristía.

Cabría en este momento otra pregunta para la reflexión, y para intentar cambiar los excesos piadosos ¿Lleva la piedad popular a exaltar a María y a los Santos por encima de Dios?

Junto a estas manifestaciones, existen otras más cotidianas, como la bendición de la mesa en las comidas, el rezo del santo rosario en familia, la bendición de las casas o de los vehículos, la romería al santuario de la Patrona, la petición de la lluvia o la protección frente a las calamidades públicas, etc.

Puesto que la fe ha informado estas costumbres y prácticas religiosas, es conveniente que los padres continúen viviéndolas y trasmitan a los hijos ese espíritu sencillo y recio, de vivir sus relaciones con Dios en medio de las situaciones de su vida, no sólo extraordinarias sino más comunes.

Además, la fuerza de estas prácticas ha ejercido y ejerce una gran labor en la identidad de los pueblos y en la expresión externa de la fe profesada. Cuando tales manifestaciones se traducen en expresión social, se convierten en testimonio gozoso de la propia fe para los no creyentes y estímulo para los débiles.